Salerno Italia vio nacer a Crisóstomo Ruggieri, gaucho errante y compulsivo con esencia indomable y apasionado de la pampa. También amante de los caballos y las convivencias en torno al fuego celebradas en tardes y noches donde compartía con sus más cercanos el deseo por lograr un asado con sabor excepcional que deleitara los paladares más exigentes.
Cuando era niño sus padres se mudaron a Florencia, lugar de histórica tradición cárnica que sembró usos y costumbres en la personalidad de tan aventurero caballerango y dio origen a un distinguido experto en los sabores de la carne.
Su espíritu aventurero y curioso, de alma profunda, libre y apasionada lo llevan a cruzar campos y ríos con añoranza de nuevas tierras que conquistar y animarse en el azar prohibido de correr a caballo por el verde tapete reclinado de las pampas sudamericanas. Así llega a otros continentes para seguir con el legado y los secretos de cocción de la carne, que inspiran a probar su maridaje florentino: asados y fuego de reunión donde se antoja compartir emociones con los más queridos alrededor de las brasas.
Tan emotiva tradición evocará la belleza y nostalgia de la campiña y sutil admiración de las intempestivas manadas de vacunos adiestradas con pericia por los experimentados llaneros, sus hermanos de cofradía.
Gran rezador y visionario decide establecerse en América y junto con sus descendientes aportar al asado experiencia de parrilla, utilizada por los caballerangos para cocinar los restos de carne del ganado y llevar la costumbre a las fábricas de carne establecidas desde el siglo XIX en la pampa central.
Continuará…